Dentro de las páginas de este
libro se revela a un ser como aquellos del mito, que tiene su temperamento y
vive indefinidamente; siendo la única diferencia que no se le tiene confinado
dentro de una lámpara, sino dentro del idioma, pues es el genio de la lengua
español.
El genio de la lengua es el
espíritu manifiesto de aquellas reglas casi tangibles sobre las cuales se ha formado
el lenguaje español, pues pareciera que fueron establecidas por un alguien
desde el momento en que el castellano se alejó del latín y comenzó a hacerse de
una identidad propia.
Gracias a esta identidad, los
hablantes podemos formar frases nuevas intuitivamente, añadir nuevos términos a
la medida necesaria y explorar el acervo de nuestra lengua mientras él toma las
decisiones definitivas de cesar o permitir los cambios al largo plazo.
Grijelmo nos ejemplifica los
diversos métodos del genio, desde cómo trata a las palabras extranjeras (sean
préstamos, calcos, adaptaciones o falsos amigos) de las que hacen uso los
hablantes, hasta su modo discreto de adaptar términos a la nueva época
electrónica (como cuando “colgamos” el teléfono aunque este sea portátil y no
se ponga en la pared).
De la misma manera nos presenta las diversas
cualidades del genio, pues este es analógico, ordenado, conservacionista,
melancólico, sencillo y preciso, entre otras cosas; y todo lo anterior se
antepone al comportamiento natural del idioma a través de los siglos y se
condensa en el libro con acertadas analogías.
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